¿Sabe?, he renegado de mi pasado. Ya no canto más que a la esperanza; pero, para ello, es preciso primero atacar contra la duda de este siglo (melancolías, tristezas, dolores, desesperos, lúgubres relinchos, maldades artificiales, orgullos pueriles, cómicas maldiciones, etc., etc.)
Carta de Isidoro Ducasse Conde de Lautréamont al editor Lacroix
domingo, 4 de diciembre de 2011
EL HOMBRE QUE LE TEMÍA A LOS ESPEJOS
Era una noche de tormenta cuando Amarillo vio por primera vez el rostro del guerrero en el espejo. Quiso estrangular los peces, aquello era el fin. Los invasores fueron tomando posesión uno a uno frente a sus ojos sin vida.
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